de susurrarte en tu delicado oído
pájaros exóticos y valles húmedos
pintarrajeados de un verde profundo
Pero una muralla que crece veloz
traslucida como la desesperación invisible
nos separa en continentes inalcanzables
y lejanos miramos al océano
que en sus agitadas corrientes nos contactan
en su soledad de cafés y criaturas fantásticas;
nos susurra relatos y fábulas su voz picada
ese puente cuelga de sogas llovidas y sirenas danzantes
En el ocaso donde el naranja Sol muere
y estalla sórdidamente
la muerte me seduce para palpar tu mano.
Me precipito entre labios de sal y ojos de coral
buceo entre drakares y galeones de cristal
me aferro al fondo del iceberg silencioso y agonizante
fundo mi mano en el tridente de Poseidón
y al fin veo la nitidez de tu rostro
de tu boca emanaban diamantes oníricos
La muralla estalla
y acepto
emocionado, entre mis lágrimas de un amor
que, es el instante volcánico y la ansiedad constante,
la tragedia de lo trivial
Acepto, abnegado a mi suave destino
el compromiso de la bella muerte.
December dû 2009
Qué lindo poema, che. No lo había visto.
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